
Una breve consulta legal
Hablando de asesoría legal, voy a contar una anécdota reciente para mostrar que este servicio jurídico no tiene porqué ser caro ni complicado, al contrario, puede ser breve y dar buenos resultados.
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Hace aproximadamente un par de meses recibí una visita de un viejo amigo de los días de la escuela preparatoria. Ambos estudiamos juntos, y hora él vive en la bella y enorme Guadalajara, mientras que su servidor continué ofreciendo mis servicios como abogado en Aguascalientes.
Me contactaba para comentarme sobre un negocio importante que quería poner en aquella ciudad: una cervecería, una destilería, no sé si sea el término correcto (iba a producir cerveza artesanal), y estaba teniendo algunas complicaciones con diversos aspectos legales del negocio. Concretamente tenía problemas con un contrato de servicios con un maestro catador, ya que al parecer tenían desacuerdos sobre los alcances del servicio profesional contratado.
Era el clásico desacuerdo sobre si se le pagaba para hacer X, o Y cosa, y si él debe limitarse a ese trabajo, o si debía “de buena fe” hacer un poco más por el mismo honorario. Además no tenían ninguna previsión sobre qué hacer en esta situación.
Mi amigo tenía el problema un poco avanzado, y la raíz de todo era que había comprado un machote de contrato en línea, se había puesto a leer sobre contratos, y con estas dos bases había generado su propio contrato. Aplaudí su iniciativa, sin embargo le dije que lo que había hecho era el equivalente a auto medicarse. O bien era como si tratara de aprender Derecho –una carrera de 5 largos y tortuosos años, sólo la Licenciatura- en 2 o 3 horas leyendo páginas y tips rápidos escritos por quien sabe quién en Google.
Entonces su incidente legal era básicamente que tenían un instrumento jurídico que en realidad no entendían, y que no se adaptaba bien a sus necesidades específicas. Pretendían hacer un negocio GRANDE, y habían empezado por “ahorrarse” los servicios de un abogado litigante, o bien un abogado consultor… En definitiva no era la forma idónea de empezar.
Después de escuchar sobre la situación, le di unas soluciones y recomendaciones legales relativamente sencillas, con lo cual podía desenredar su problema, o mínimo salir lo menos raspado posible.
Le propuse algunas adecuaciones a su contrato, le hice algunas sugerencias sobre el problema presente y le di mi opinión jurídica como tercero ajeno; para que él obtuviera perspectiva del asunto y analizara sus propios errores.
Al final todo el proceso nos tomó menos de 1 día y el costo fue la décima parte del valor del problema; problema que no habría existido si desde el principio hubieran contratado una consulta legal. La asesoría jurídica integral les habría ahorrado tiempo, dinero y dolores de cabeza, permitiéndoles concentrarse en el propio negocio, y no en los problemas laterales.
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